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El desempeño reciente de la economía mexicana muestra una señal clara: el crecimiento del valor de la producción no se ha traducido en mejoras estructurales de productividad, según información presentada por INEGI.

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En 2024, la Productividad Total de los Factores (PTF) retrocedió 0.35 %, aun cuando la producción creció 0.76 %.

Esta brecha revela que el avance económico continúa sustentándose en una mayor utilización de insumos y capital, más que en una transformación de la eficiencia productiva.

El sector manufacturero, integrado en el sector secundario, ocupa un lugar central en esta lectura.

De acuerdo con los resultados del modelo PTF-KLEMS, la industria registró en 2024 una productividad ligeramente negativa de -0.03 %, manteniendo una tendencia histórica desfavorable con un promedio de -0.37 % entre 1991 y 2024.

Este comportamiento contrasta con el papel estratégico que la manufactura tiene en la estructura económica del país, particularmente como motor de exportaciones, inversión extranjera directa y encadenamientos productivos.

Estructura industrial

El análisis sectorial muestra que, en la industria, la contribución de los factores productivos fue negativa en 2024, con -1.19 puntos porcentuales.

Los materiales explicaron la mayor parte de este resultado, con una aportación de -1.32 puntos, mientras que el capital aportó positivamente con 0.27 puntos porcentuales.

Este desbalance indica que, aunque la inversión en activos productivos continúa, la forma en que se combinan los insumos industriales no logra generar ganancias de eficiencia sostenidas.

En términos históricos, la manufactura ha mostrado una alta volatilidad de productividad, con episodios de crecimiento asociados a ciclos de recuperación económica, como 2010, 2021 y 2022, seguidos por retrocesos prolongados.

Esta dinámica sugiere que las mejoras observadas responden más a ajustes cíclicos que a cambios estructurales en procesos, organización industrial o adopción tecnológica.

Capital y trabajo

El capital ha sido el factor con mayor contribución positiva al crecimiento económico agregado en las últimas décadas.

Sin embargo, el propio modelo KLEMS señala que la PTF no mide la cantidad ni la calidad del capital, sino la eficiencia en su uso.

En el caso manufacturero, el aumento en maquinaria, equipo e infraestructura no se ha reflejado de manera consistente en mayores niveles de productividad.

Por su parte, el factor laboral muestra una contribución limitada y, en algunos casos, negativa. En 2024, el trabajo aportó -0.28 puntos porcentuales al crecimiento del sector secundario.

La desagregación por edad y nivel educativo apunta a una menor aportación de los grupos jóvenes y de escolaridad media, lo que introduce un componente estructural relacionado con la formación técnica, la especialización industrial y la organización del trabajo en planta.

Implicaciones económicas

La correlación entre ambos documentos del INEGI permite identificar un punto crítico: la manufactura sigue siendo un pilar del crecimiento económico, pero su bajo desempeño en productividad limita su capacidad de arrastre sobre el resto de la economía.

Debido a la aún vigente relocalización de cadenas de suministro, lo que supone un aumento de inversión en el sector, la persistencia de una PTF negativa plantea un riesgo para la sostenibilidad del crecimiento.

Más que un problema coyuntural, los datos sugieren un reto estructural para la industria manufacturera mexicana. La forma en que se integran capital, trabajo e insumos define no solo el desempeño del sector, sino también la capacidad del país para convertir inversión industrial en mayor valor agregado, competitividad y crecimiento económico de largo plazo.